Por María de Bernal
Estamos a escasísimos dos meses de la fecha para elegir presidente, senadores, diputados, en unas elecciones que se perciben como de una importancia muy superior a las de varias décadas pasadas. La historia de nuestro país, en el momento actual, es muy complicada por diversas razones, sobre todo en lo político. Y, claro, esto se traduce en complicaciones en todos los ámbitos de la vida nacional.
Es de vital importancia analizar con objetividad, con la cabeza fría, las distintas realidades nacionales, sin apasionamientos que nos impidan ver con claridad para tomar la decisión adecuada en el momento de votar. Igualmente importante es analizar las promesas de campaña. Pueden ayudar algunas simples preguntas:
- ¿Crees que México está ahora mejor que hace seis años?
- ¿Qué ha crecido más, el trabajo informal o el empleo?
- ¿Conoces la tasa de pobreza y su crecimiento en los últimos años, según los datos del INEGI?
- ¿Cómo ha sido lo concerniente a educación, salud, seguridad?
- ¿Estamos mejor que hace seis años?
- ¿Quieres que México sea un país socialista más en América Latina?
- ¿Te alcanza el dinero igual o mejor que hace seis años?
- ¿Crees que han comprado votos a cambio de pensiones, becas y demás?
Joven mexicano, de cara al futuro, la pregunta sería: ¿Qué México quieres para ti? Una de las propuestas de campaña es la continuidad de lo vivido los últimos seis años. Cambiar la Constitución en los artículos que convenga, lo que no significa que sea en lo justo. Terminar con la propiedad privada, la libertad religiosa, la familia como núcleo de la sociedad y primera educadora de los hijos, en fin, una dictadura. Una dictadura que ni siquiera sería original, más bien una mala copia de las otras y con una sumisión total, con el agravante brutal de la colusión con el narco.
La otra propuesta es un cambio gradual en favor de una sociedad necesitada de crecimiento, de apoyo, de solidaridad por parte de su gobierno en la que lo importante es México y los mexicanos así como su desarrollo, su prosperidad, su progreso y bienestar en todos los niveles.
Tenemos un tercer candidato que apuesta por una llamada “nueva política”, regular el consumo de drogas, desmilitarizar el país, un poder judicial autónomo y reformar las fiscalías, entre otras.
En la boleta habrá otra opción, “candidato independiente”. En realidad, no puede ser opción votar por alguien porque es guapo, católico y pro vida, tres cosas muy buenas pero insuficientes. Hace falta trayectoria política y seriedad en las propuestas. Poner un nombre ahí es pulverizar el voto y es regalar un voto al partido que tenga mayor votación. Curiosamente, quien así vote, le dará ventaja justamente a quien no le quieren dar.
Y en el momento de votar, recordemos que sólo se vota por un partido, aunque la misma candidata aparezca en tres. Se trata de cruzar sólo una opción, tanto para presidente como para senadores y diputados, sólo una marca porque de otro modo, el voto se anula. Muy importante también recordar que el voto es secreto y libre. Dejemos el miedo en casa al salir a votar.
Hay que tener en cuenta que se han hecho estudios serios según los cuales si los jóvenes votan, el destino de nuestro país puede cambiar hacia un mejor presente porque la población joven en edad de votar es la más nutrida.
Aprovechemos la oportunidad y ejerzamos nuestro derecho.
Por otro lado, la abstención no puede ser una opción. Lo ha sido los últimos sexenios y tenemos los resultados a la vista. México nos necesita, nuestra patria requiere de mexicanos de acción, responsables y entusiastas y en nuestra mano está lograr unas elecciones verdaderamente participadas y que reflejen el querer de la mayoría.
Despertemos, hagamos a un lado la comodidad y la flojera, analicemos las alternativas y luchemos por un mejor México para todos.