
Por María de Bernal
Sólo por satisfacer una curiosidad malsana hay que enterarse de cuestiones de la vida real que parecen no tener importancia pero que, en lo cotidiano, tiene grandes repercusiones sociales, porque fracturan la armonía y el ambiente que todos queremos de seguridad y confianza para todos. Y, teniendo el conocimiento, tratar de poner el remedio adecuado.
Es importante saber, por ejemplo, que el ochenta por ciento de los violadores provienen de familias donde no hay figura paterna, que son hombres con un perfil cobarde conflictuado y lastimado, de mucha angustia; lejos de ser un “macho” como lo imaginamos. También el ochenta y cinco por ciento de los convictos provienen de familias sin figuras paternas, por lo que no podemos decir que la masculinidad sea la responsable de sus actos.
Sabemos también que el perfil psicológico del violador presenta rasgos sociópatas y algún tipo de predisposición genética. Son varones que han sufrido algún tipo de abandono o maltrato en su niñez y, en muchos casos, fueron víctimas de abuso sexual. Sufren frustración vital y sentimientos que se manifiestan en brotes de violencia
Por eso, se puede afirmar que estos hombres no son de los que podríamos llamar hombre común o promedio. Es un trastorno que pertenece a la Psiquiatría que se llama Trastorno de Personalidad Antisocial y está tipificado como delincuencial.
Incluso sabemos también que estos hombres no buscan propiamente el placer sino el ejercicio del poder, de dominar a alguien a quien obligan a hacer algo que no desea proyectando así el propio sometimiento sufrido en su persona.
Hay un altísimo porcentaje de víctimas de agresiones físicas o mentales entre los ocho y los catorce años, y como dijimos antes, un alto porcentaje provienen de familias sin figura paterna, así como un alto porcentaje de jóvenes que escapan de sus casas o que consumen sustancias tóxicas, un alto porcentaje de suicidas así como de criminales encarcelados.
Algo muy de moda hoy, gracias a algunas feministas poco enteradas y muy radicales, es disminuir o deconstruir la figura masculina hablando de un patriarcado opresor y autoritario. Es muy posible que ellas hayan padecido una situación así que trasmiten en sus acciones. Es una pena que así haya sido pero unos casos concretos no hacen una generalización para toda la humanidad. Tenemos que decir que no todos los varones son así, en primer lugar, y que ciertamente, si analizamos las realidades que acabamos de mencionar, veremos que es justamente la ausencia de la figura masculina, del padre de familia, lo que produce estos seres humanos acomplejados, frustrados, muy lastimados y con conductas que tanto dañan a sí mismos, a las mujeres y a la sociedad.
No. La inmensa mayoría de los varones son personas estupendas, que procuran el bienestar y el buen desarrollo de los suyos, que procuran el diálogo y el respeto con
la mamá de la familia, que velan por sus hijos y los educan y sostienen hasta la edad de la independencia. Y que justo, gracias a esta actitud ante la vida y la familia, pueden construir armonía, fraternidad, desarrollo, educación, formación, cariño, comprensión, fortaleza, seguridad, cuidado y tanto más que da por resultado personas maduras, bien construidas, con cualidades y virtudes valiosas, con ánimo creciente de bien y de bondad para todos.
Las generalizaciones son peligrosas, y, en este caso, totalmente injustas.