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  • 29 de enero de 2024
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Por Maria de Bernal

Participar en la vida cívica y política de nuestras comunidades es una obligación ciudadana que no podemos hacer a un lado y que nadie puede hacer por mí. Y sólo participando podemos transformar positivamente nuestra nación.

En el momento histórico que vivimos, cuando parece que los valores fundamentales se quedan pálidos, es muy importante hacer un ejercicio de discernimiento muy crítico, para poder optar en conciencia por quienes pensamos que puedan realizar, en lo posible, el tan anhelado bien común.

Te propongo algunas acciones que pueden facilitar esta participación. Mira, para empezar, es indispensable participar cívicamente: entre más ciudadanos participen organizadamente en las elecciones, más posibilidades habrá de que nuestra sociedad madure y sea corresponsable para trabajar por el bien común. Todos debemos alentar la participación.

Hemos de buscar el “bien posible”: hay que evitar a toda costa elegir con base en el “mal menor” porque el mal menor es, de todos modos, un mal. Y el mal no puede ser elegido ni como medio ni como fin. Por eso, lo que debe imperar es la búsqueda del “bien posible” que, aunque sea modesto, todos estamos obligados a procurar. En este proceso electoral esta búsqueda significa que la conciencia debe discernir cuál de las opciones puede generar un poco más de bien, tomando en cuenta lo complicado de las circunstancias.

Hacer el “bien posible” significa impulsar lo que aporte al bien común, a la paz, a la seguridad, a la justicia, al respeto a los derechos humanos, al desarrollo humano integral y a la solidaridad real con los más pobres y excluidos.

También hemos de elegir a las personas con prudencia. Sabemos que en todos los partidos hay personas más o menos comprometidas con el bien común. Esta prudencia nos obliga a discernir por quién votar. Se trata de buscar para cada puesto de elección popular la persona más capacitada y no dejarnos manipular para que votemos en bloque por un solo tipo de propuesta, de manera irreflexiva y mucho menos bajo alguna modalidad de compra de voto. Seamos responsables porque mientras más libre sea nuestro voto, más capacidad tendremos de exigir.

El México que queremos es posible: requiere fundamentalmente de un gobierno que trabaje con honestidad y eficacia; pero también, de ciudadanos participativos que den seguimiento a los procesos de justicia, fraternidad y paz. El voto de los mexicanos debe producir gobernantes y autoridades responsables, y generar una opinión cívica crítica. En el ejercicio ordinario de los funcionarios, nuestro voto exige el sano control sobre nuestros políticos, o sea, en su remuneración y gratificaciones, en los gastos de partidos y publicidad, en los proyectos y obras públicas, en el control de la corrupción, la ilegalidad y la eliminación de arbitrariedades.
Sólo la presencia participativa, de manera constante y solidaria en la vida de nuestro país, destierra poco a poco la violencia, la corrupción, la impunidad y el nefasto compadrazgo. Es tiempo de que trabajemos por un México más próspero y pacífico, más solidario y participativo, más atento al rostro de los más pobres y menos cómplice de quienes los olvidan, manipulan o marginan.

Hay también una dimensión muy importante que no debemos olvidar. Es nuestra fe. Es una buena idea hacer oración para que la próxima jornada electoral se realice en paz y armonía, y sea al mismo tiempo una gran ocasión para que desde la fe todos podamos mostrar nuestro compromiso con México, es decir, con el pueblo real, que hoy se encuentra, en diversas regiones y en difíciles circunstancias sufriendo.
Tenemos por delante una tarea importante que cumplir: trabajar sin desfallecer por la unidad y soberanía de nuestro pueblo; por la promoción y defensa de nuestras comunidades y familias y…

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