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  • 16 de enero de 2024
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Por Karla Carreón vía OK Chicas

Cocinar es una actividad que apasiona a muchas personas y, entre todas las posibilidades, los postres son uno de los platillos predilectos para comer… y evitar el estrés.

Vista como una expresión creativa, la cocina no solamente representa una acción gratificante dedicada a los demás, sino que nos puede ayudar a canalizar emociones y conectarnos con el presente.

Según un estudio realizado por Donna Pincus, profesora de Psicología y Ciencias del Cerebro de la Universidad de Boston, al ser una vía de expresión personal que involucra una buena dosis de creatividad, dedicar tiempo a cocinar y, en particular a la repostería, puede disminuir la ansiedad y el estrés.

mujer partiendo una rebanada de postre

Entrevistada para el HuffPost, la profesora destacó la relación ente las actividades que involucran expresión creativa -como pintar, hacer música y hornear- con el bienestar general de las personas.

Hoy en día, preparar comida con motivos terapéuticos es cada vez más una opción viable, debido a su profunda relación con las actividades cotidianas, para canalizar emociones y conectarnos al presente, esto por a la atención que demanda la exactitud en las porciones a utilizar y la precisión necesaria a fin de lograr el punto exacto del platillo. La terapia culinaria ayuda a relajar, activa a la persona cognitiva y sensorialmente, además de lo gratificante que es, de por sí, alimentar a otros.

manos de mujer decorando una tarta

La psicóloga Patricia Boquete, especializada en Orientación Laboral e Inteligencia Emocional y promotora de la “Terapia Culinaria”, afirma que cada día cocina y busca alguna receta para adaptarla a su gusto y con ello generar un pequeño deleite en su día. La cocina, dice, puede convertirse en un espacio de reflexión, conexión y disfrute que puede convertirse en un espacio más para generar comunicación entre pacientes y sus familias.

Cocinar ayuda a las personas que tienen problemas de concentración, déficit de atención, así como falta de coordinación; mejora las habilidades sociales, especialmente la autoestima, explica Boquete.

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