
Por Jenna Ryu vía Glamour
El 2015 fue el año del lipfiller y del Brazilian butt lift; en 2022, de reprente todo el mundo en Internet hablaba de la bichectomía; este año, eliminar los párados caídos con la blefaroplastia superior es el tendencia cosmética del momento.
Si aún no has oído hablar de ella, la blefaroplastia superior es una cirugía que elimina la piel sobrante de los párpados para que los ojos parezcan más levantados y grandes. Últimamente, TikTok e Instagram se han visto inundados de detectives de las redes sociales y médicos que especulan sobre qué famosas pasaron por el quirófano para someterse a este cambio de imagen ocular (#upperblepharoplasty tiene más de 100 millones de visitas en TikTok). Pero las celebrities no son las únicas que se apuntan a la cirugía: según la Sociedad Americana de Cirujanos Plásticos, una blefaroplastia superior fue uno de los cinco procedimientos más solicitados en Estados Unidos en 2022, marcando un aumento del 13% desde 2019.
La blefaroplastia superior fue creada con beneficios funcionales en mente, pues algunas personas la necesitan para mejorar la visión porque sus párpados caídos les impiden ver con normalidad. Poco a poco se empezó a aplicar con fines meramente estéticos, pues los párados elevados se consideran más atractivos (y fáciles de maquillar). Pero no hay nada malo en el aspecto de los párpados caídos, y nadie debería sentirse obligada a cambiarlos quirúrgicamente en nombre de la «belleza».
Por desgracia, esta característica física es objeto de muchos ataques racistas. Yo lo sé como mujer asiática a la que acosaban por tenerlos “muy saltones”. En la escuela secundaria recurría a la cinta adhesiva de doble cara para crear un pliegue en los párpados (que, permítanme decirles, no era precisamente cómodo), en un intento de ajustarme a lo que creía que me haría más «guapa» y, por tanto, aceptada.
Afortunadamente, después de años de reflexión y de madurar, llegué a aceptar mis «ojos encapotados», como se les dice comúnmente. «No son peores ni mejores, son diferentes», me decía mi madre cada vez que me quejaba de mis rasgos étnicos. Y, por supuesto, mi madre sabía lo que hacía y tenía razón al cien por ciento. A medida que conocía a más gente que se parecía a mí (en la vida real y en la pantalla grande), me di cuenta de que hay muchas formas de ojos diferentes (e igualmente dignas), y resulta que esta es la mía.
Pero aquí estamos de nuevo, en 2024 (más de una década después de que dejara la cinta) y mis párpados caídos vuelven a estar bajo el microscopio, etiquetados como «un defecto que hay que corregir» porque supuestamente te hacen parecer «cansada y mayor», y el mensaje subyacente de este discurso en las redes sociales me devuelve directamente a la escuela secundaria: “tus ojos deben verse de una determinada manera para ser considerados atractivos y bellos”. ¿Y si no es así (que es el caso de la mayoría de los asiáticos, estadísticamente hablando)? “Bueno, ¡hay un procedimiento para ‘arreglarlo’!”
No estoy diciendo nada nuevo, pero es importante recalcar que los tipos y rasgos corporales no son tendencias que haya que perseguir. Cuando los cánones de belleza de la sociedad dictan lo que está de moda en cada momento, muchas personas se sienten presionadas para alcanzar este ideal por todos los medios necesarios, aunque ello implique recurrir a medidas drásticas y, a veces, peligrosas.
Nuestra obsesión cultural por la delgadez, por ejemplo, ha dado lugar a desórdenes alimenticios, a una insatisfacción corporal generalizada, y a una industria multimillonaria de la pérdida de peso. Del mismo modo, la industria de la belleza a menudo nos convence de gastar cantidades exorbitantes de dinero en productos y procedimientos (algunos de los cuales conllevan riesgos bastante graves para la salud, como infecciones o coágulos de sangre, en el caso de un blefaroplastia superior), todo porque nos hacen creer que nuestros rasgos naturales y normales no son lo bastante buenos.
Si crees que someterte a una operación de cirugía estética (como una blefaroplastia superior) es algo que aumentará tu confianza y te hará sentir increíble, házlo. Pero este pequeño manifiesto es sólo mi forma de defender a mi yo más joven (y a cualquiera que se enfrente a presiones similares) diciendo que los párpados caídos y los “ojos encapotados” están perfectamente bien. De hecho, ahora son mi rasgo favorito de mí misma.
Artículo originalmente publicado en SELF; adaptado por Pamela Vázquez.