
Por Pamela Vázquez vía Glamour
Si hay alguien quien puede hablar de cómo poner límites en el trabajo, esas personas son Andrea Sachs, Emily Charlton y todo aquel que trabajó en la revista Runway durante la dictadura de Miranda Priestley en ‘El Diablo Viste A La Moda’.
¿Quién más sabe lo que significa que tu jefa sea lo suficientemente despiadada con sus empleados como para aventarles el abrigo a sus escritorios cada mañana al llegar a la oficina? ¿O tenerlos al borde del colapso por estrés con una carga de trabajo inhumana? Miranda Priestley podrá ser una experta en moda, pero ignora demasiado sobre la cultura laboral y el respeto por los derechos de los trabajadores (y las personas).
Pero más allá de la indignación que todos sentimos al ver el burnout de Anne Hathaway y Emily Blunt mientras hicieron uno de los papeles más icónicos de sus carreras, lo que podemos rescatar de la dinámica laboral en ‘El Diablo Viste A La Moda’ son lecciones sobre cómo poner límites en el trabajo, pues la película del 2006 basada en la novela homónima de Lauren Weisberger dejó varios aprendizajes para cuidar de la salud mental en el ambiente laboral.
Lo que ‘El Diablo Viste A La Moda’ nos enseño sobre cómo poner límites en el trabajo
Recapitulemos: Andrea Sachs es una periodista recién egresada de la Universidad Northwestern que consigue el empleo de Asistente de Miranda Priestley, la Editora en Jefe de la revista Runway, cuyas oficinas están ubicadas en Nueva York.
Supuestamente, la labor de Andy sería apoyar a su jefa con sus tareas editoriales (pues está contratada por la editorial, no por Miranda) y aún así sabía que tendría un trabajo demandante, pero a los pocos minutos de iniciar su puesto se encuentra con que también ‘debe’ cumplir sus encargos personales. La manda a comprar sus alimentos selectos (que no siempre se come), le pide que consiga copias de libros especiales para sus hijas gemelas y le exige que mantenga un peso por debajo del umbral saludable, así como un closet lleno de prendas de diseñador con sueldo de asistente.
Como el resto de empleados de la revista, incluyendo a Emily, han ‘podido’ con sus exigencias, Andy se siente presionada a lograr al menos un año bajo ese régimen de grado militar para enriquecer su currículum y poder conseguir su trabajo soñado como reportera en un periódico. Con ayuda de Nigel, poco a poco se empieza a acoplar más, hasta que consigue sobre pasar las expectativas de Miranda, a costa de su vida personal y de su paz mental, pues su noviazgo, sus amistades e incluso la relación con su papá se ven severamente afectadas con su trabajo 24/7.
¿Qué pudo haber hecho mejor para mantener su trabajo y su felicidad al mismo tiempo, y que tú podrías aplicar si estás en una situación similar? Aquí unas alternativas (exceptuando la obvia que era renunciar y buscar un trabajo con trato humano).
En el proceso previo de la contratación, normalmente los reclutadores comparten un listado de las tareas a nivel general que el candidato elegido deberá cumplir en su nuevo puesto, sin embargo, no suelen ser muy específicos. Así que, una vez que formes parte del equipo, es muy importante que pidas una explicación de las funciones exactas que se esperan de ti; por ejemplo, puedes preguntar cómo sería un día a día en tu trabajo, cuáles son tus responsabilidades compartidas, a quien debes reportarle tus resultados, etc.
Además, dentro de tu contrato, debes asegurarte de que estén por escrito para que, en dado caso de que te lleguen a solicitar algo muy lejos del rango de flexibilidad al que te puedes ajustar para apoyar a tu equipo, tengas una base sólida con que exigir al respeto de tus tareas.
En ningún trabajo es posible (al menos no diario) seguir un horario estricto, pues es normal que haya problemas, asuntos que resolver de emergencia o situaciones atípicas que se presentan fuera del horario laboral establecido. Sin embargo, tu equipo y tú deben tener claro que esa dinámica es aceptable solamente en situaciones excepcionales, y tanto tú como ellos deben hacer su mayor esfuerzo para permitir que cada persona pueda tener momentos en su día a día donde puedan olvidarse del trabajo y enfocarse en otras áreas de su vida.
Una práctica sana, sobre todo para empleos remotos o que no tengan por contrato un horario definido, sería establecer un tiempo activo de común acuerdo para que todos sepan en qué momento cuentan con sus compañeros, y cuáles serían las horas del día donde solo caben peticiones extraordinarias.
Definitivamente ningún empleo es tan importante como para que sea válido que te cueste la vida. Entre las red flags que no puedes ignorar porque te indican que debes abandonar ese puesto está que haya faltas de respeto hacia tu integridad, y estas abarcan desde que te avienten el abrigo a tu escritorio, hasta la violencia física y verbal.
Salvo que en el contrato se especifique que dentro de tus funciones está cumplir cargos personales para una persona, los expertos en cultura corporativa, coinciden en que es primordial mantener una línea definida entre las cuestiones laborales y las personales dentro de un mismo equipo de trabajo. Es decir, está bien que salgan de vez en cuando a comer o estén enterados de sus actuales relaciones de pareja, pero no es normal que condicionen tu permanencia en la empresa con resolver algún asunto familiar.
En fin, estas son sólo algunas de las lecciones que aprendimos sobre cómo establecer límites en el trabajo, gracias a la obra maestra de David Frankel que, más pronto de lo que pensamos, tendrá su primera secuela con Meryl Streep y Emily Blunt al volante.