Por Cathryne Keller vía Glamour
Probarse ropa puede ser un campo de batalla para la percepción de nuestra imagen y la experiencia de sentir inseguridad corporal se vuelve más tensa durante el verano: Cuando salen los bañadores, los pantalones cortos y las camisetas de tirantes, también lo hacen las inseguridades. Enseñar mucha piel es suficiente para hacer que cualquiera se sienta un poco vulnerable, y si tienes problemas con tu cuerpo en general, puede desencadenar fácilmente una espiral de tensión.
Como alguien que ya ha pasado por el infierno de la imagen corporal en verano, quiero confirmar que, por muy normal que sea, que no te guste cómo te sienta la ropa es una auténtico lío. Puede que saques los pantalones cortos del año pasado y te queden mucho más ajustados de lo que recordabas, o que pidas un montón de vestidos bonitos por internet solo para que tu confianza se desvanezca cuando lleguen y no se parezcan en nada a lo que habías imaginado. Sea cual sea el caso, el dolor es real, pero no tiene por qué durar ni arruinar tu diversión.
¿Cómo sentirme más cómoda con mi cuerpo?
Tanto si te pruebas prendas nuevas como si te vuelves a poner las viejas, los consejos de los expertos que te ofrecemos a continuación te ayudarán a mantener los pies en la tierra cuando no estés contenta con lo que te queda bien, para que puedas seguir adelante y disfrutar del verano.
Danielle Konsky, LMHC, terapeuta especializada en trastornos alimentarios e imagen corporal en Every Body Therapy de Nueva York, que «puede llevar tiempo sentirse cómoda mostrando partes de nuestro cuerpo que estamos acostumbradas a ocultar durante las estaciones más frías».
En otras palabras, si has estado cubierta del cuello a los pies durante ocho meses, por supuesto que puede ser un poco chocante andar de repente medio desnuda en público. Y simplemente reconocer que es normal sentir inseguridad corporal al principio del verano, puede ayudarte a darte un respiro, dice Konsky, cuando, por ejemplo, te pones un bikini por primera vez desde el pasado agosto y al instante quieres aferrarte a tus gruesos suéteres.
Es fácil fijarse en las cosas que no te gustan de ti cuando tienes el cuerpo delante, y criticarte puede distorsionar la realidad: «Nuestra percepción de nosotros mismos no es de fiar», dice Konsky, «cuando estamos delante de un espejo, tendemos a fijarnos en ciertas partes del cuerpo hasta el punto de que ya no podemos vernos con claridad».
Por eso recomienda intentar evitar tu reflejo cuando te pruebes ropa por primera vez, lo que puede ayudar a mantener las cosas en perspectiva de un par de maneras. Por un lado, puedes ser más neutral sobre el ajuste. Konsky recomienda preguntarse: ¿Se me clava algo en la piel? ¿El tejido y el estilo me sientan bien en general? ¿Puedo sentarme cómodamente? Si algo te aprieta demasiado o no te sienta bien, puedes donarlo, regalarlo o devolverlo sin pensarlo dos veces (o mirarte en el espejo ante una prenda que no te sienta bien, lo que probablemente dañará tu confianza).
Incluso si una prenda te sienta bien pero sigues odiando lo que ves, la práctica de probártela primero para sentirte cómoda puede ayudarte a distanciarte y a sentirte menos apegada a tu aspecto, lo que puede evitar espirales con el tiempo: «Centrarte en la sensación de la ropa y reducir la cantidad de tiempo que pasas fijándote en el espejo te ayuda a tener una experiencia más objetiva que subjetiva de tu cuerpo», que es un componente clave de una imagen corporal saludable.
Probablemente ya hayas oído este consejo antes, pero merece la pena repetirlo porque es cierto: «No se supone que la ropa debe verse bien; la ropa debe quedarte bien a ti», afirma Konsky. Recordar esto puede facilitar que te deshagas de las prendas que no te sientan bien sin tomártelo como algo personal, añade.
Si te sientes insegura con ese vestido de tirantes al que te aferras porque te gusta la idea, dónalo para que otra persona pueda disfrutarlo, recomienda Konsky. Si pides un bañador nuevo que te queda un poco grande en algunos sitios y un poco pequeño en otros, devuélvelo sin darle demasiadas vueltas. La idea es trabajar hacia una perspectiva más neutral, dice: O te queda bien (¡me encanta!) o no te queda bien (¡no es para mí!).
Dicho esto, aunque romper con la ropa vieja que te hace sentir mal puede ser liberador y festivo, Konsky reconoce que «a menudo este proceso va acompañado de dolor»; por ejemplo, puede que sientas que te estás despidiendo de tu cuerpo anterior o dejando ir una versión futura idealizada (más delgada) de ti.
Si no estás preparada para desprenderte de ciertas prendas, no pasa nada: Konsky sugiere guardarlas de momento en un contenedor opaco (o en una bolsa debajo de la cama) para que sea menos probable que provoquen un ciclo de vergüenza: «Cuando la ropa que no te queda bien está a la vista, puede prepararte para un día de mala imagen corporal», dice. (Y una vez que lleven un tiempo fuera de tu vida cotidiana, probablemente te resultará mucho más fácil deshacerte de ellas para siempre cuando estés preparada para hacerlo).
Olvídate de cómo es tu ropa; ¿cómo quieres que sea tu verano? Konksy afirma que es importante que te hagas esta pregunta porque puedes confiar en las respuestas para poner en su sitio los pensamientos corporales negativos. «Fíjate intenciones para el verano relacionadas con las aventuras que quieres vivir, la forma en que quieres sentirte y la gente con la que quieres estar», sugiere Konsky.
Por ejemplo, tal vez planees buscar los mejores sitios para comer al aire libre en tu ciudad o comprometerte a hacer nuevos amigos en la vida real. O quizá simplemente quieras sentirte más despreocupado, como cuando eras más joven, o estar más presente para las personas que más quieres. Si dedicas un poco de tiempo a anotar estos objetivos en un diario (o en la aplicación de notas de tu teléfono), podrás consultarlos fácilmente cuando empieces a desanimarte.
Por supuesto, puede que odies cómo te queda ese top corto, pero ¿te importa eso realmente? «Cuando revisas tus valores de esta manera, puedes aclarar cómo tus pensamientos sobre la imagen corporal pueden estar interfiriendo en la vida que realmente quieres vivir, que probablemente no implique castigarte», dice Konsky.
La cultura de las dietas te hace creer que tener un aspecto determinado (poco realista) es la clave de la felicidad, pero puedo decirte por experiencia propia que es justo lo contrario: Cuando dejas de dar tanto valor a tu aspecto, la vida -incluido el verano- mejora muchísimo.
Artículo originalmente publicado en SELF, self.com, adaptado por Darío Modotti.